Mi reseña:

En la terminal de autobuses de Bogotá, Isabel, oriunda de Cundinamarca, con solo 18 años, escribe cartas de amor y poemas a pedido para poder subsistir. La poesía es una "labor que le legó su padre" y ahora es “su sustento y consuelo”. Así comienza la historia de Isabel, una joven guerrera, bella por dentro y por fuera, a quien la vida se ha encargado de ponerle tanto trabas como enseñanzas. La trama entonces pega un salto a 4 años antes, cuando Isabel, luego de una dolorosa infancia, conoce a Ángel, un hombre negro quien, como una suerte de ángel guardián, le abre las puertas a una vida hermosa en el campo. En una casita verde viven entonces felices por dos años. Sin embargo, el desempleo aparece y con él la inevitable frustración, y luego el enojo devenido en violencia. La vida de Isabel se va reduciendo a las cuatro paredes verdes y a vivir a escondidas de un depredador, ese que una vez fue su ángel.
Pero nada la detendrá a nuestra heroína Isabel y nunca dejará de luchar por su individualidad, por sus sueños y deseos, por su felicidad y por sobre todo por el amor. Porque es el amor al fin de cuentas lo que nos sostiene a los seres humanos; es el amor en todas sus posibles formas lo que nos salva de los más profundos y oscuros pozos.
El Ángel Negro, es una historia de amor, pero no una de esas en que la felicidad aparece en un abrir y cerrar de ojos o que está a la vuelta de la esquina. Es una historia de lucha y de autosuperación, una en la que una profunda soledad se vuelve compañía y en la que la violencia toma muchas formas. Como lo hace en La Promesa, Angélica Puerto Tello una vez más habla por su gente y pone sobre la mesa temáticas que preocupan hoy a Colombia, como lo es la violencia de género, la pobreza, el desempleo y las adicciones. Si te gustan las historias de amor, superación y transformación, esas que te sorprenden a cada página con giros inesperados, esta novela es para vos.