Mi reseña:

«¿Acaso hay algo más temible en el mundo que la conciencia limpia?».
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El 17 de mayo de 1980, el dictador Chun Doo-hwan amplió la ley marcial y consolidó su poder tras el golpe militar iniciado meses antes. Un día después, comenzó el «Levantamiento de Gwangju», un alzamiento popular y estudiantil que duró nueve días y durante los cuales los militares asesinaron a cientos de civiles (aunque se habla de miles). Ese periodo es conocido como «la masacre de Gwangju».

La novela está dividida en seis capítulos y un epílogo que narran desde distintos personajes lo vivido durante esos días hasta el presente. El primer capítulo, narrado en segunda persona, cuenta la historia de Dongho, un adolescente que desesperadamente busca a su amigo Jeongdae entre los muertos que yacen en el edificio del Gobierno Provincial. Él lo vio caer y la culpa de haber salido corriendo no le permite alejarse de la zona hasta encontrarlo.

«Actos humanos» es una novela cruda; imposible no serlo si lo que se quiere visibilizar es un momento de la historia de un país azotado por dictaduras: padres desesperados buscando a sus hijos, madres que se unen como lo hicieron nuestras queridas Madres de Plaza de Mayo; la culpa, el desconcierto, el extravío, el trauma, que permanece imborrable.

Al mismo tiempo, es de una gran belleza.

Hang Kang tenía 9 años cuando el ejército irrumpió en la ciudad. Su familia se había mudado cuatro meses antes a Seúl. Sin embargo, la culpa de no haber estado ahí con sus seres queridos los acompañó siempre.

Leer «Actos humanos» duele, pero también permite comprender cómo la memoria y la literatura se entrelazan para resistir el olvido.

Lean a Han Kang. 

Editorial: Penguin Random House